Nihil

Muchos de mis alumnos de basketball me preguntan si la hermenéutica telúrica incaica transtrueca la peripatética notrética de la filosofía airostotélica. Por la inocuidad fáctica de los diálogos socráticos no dogmáticos yo siempre les respondo que no. Que no sé. No obstante, cuando alguno me pregunta qué es la nada, me tengo que pensar la respuesta.
Niconomicón, I:42

Bosquejos de resolución a la pregunta «¿qué es nada?»

Empecemos por designar lo que NO es nada, es decir, lo que SÍ es algo:
Todas las cosas que son, son algo, por el simple hecho de ser; sin embargo, hay que resaltar que el todo (en cuanto a totalidad absoluta, incluso infinita) no tiene porqué ser algo, algunas cosas, que están comprendidas dentro del todo, no son, por lo que no son algo, sino que forman parte de la nada.
Si la nada existe, entonces habría que aceptar que nada entra dentro del conjunto de cosas que sí son, porque ninguna cosa es nada: aunque aquí aparece un problema. Por la propia definición de nada, nada no es, puesto que está fuera de las cosas que sí son. ¡El conjunto «nada» no se puede contener a sí mismo! ¡Y a la vez lo contrario! Eso «es» nada: nada.
Es esa nube de pedos errante y confusa, desde la que, querido lector, yo le expongo está consecución de estupideces sin sentido que escribo mientras se termina de descargar la última película del eMule.
De nada