¡Epa!

Andrés se retorcía ante mis pies, sujetándose la barriga, intentando cubrir una herida de bala. De cuclillas, intenté descifrar lo que me quería transmitir entre gemidos y sangre:
¡¡¡E...l...[sangre] hííííí...ga...do!!!
La horrible escena se me quedará grabada en la mente. Al menos, por sus últimas palabras se que murió contento.