Soledad

Érase otra vez, un individuo tan solamente solitario, que no hay certeza acerca de su existencia, puesto que nunca había tenido contacto con otro, y, por lo tanto, no dejó constancia de su paso por este mundo.
Había nacido solo, sin madre ni padre ni otro pariente, en una tarde que nadie recuerda del día decimotercero del mes decimotercero del año de su nacimiento.

Estuvo ausente en el transcurso de la historia del universo, sus acciones, si las hubo, fueron tan irrelevantes e imperceptibles que él mismo dudaba de estar ejecutándolas. Aún hoy se busca algún resto de su paso por este mundo, pero no se hallan más que firmas en las que se puede leer lo siguiente: Anónimo no estuvo aquí. O no. Quién sabe. Yo por lo menos creo que no no . No sé. O quizá sí. Con un largo etcétera de contradicciones a las opiniones del propio autor.
Mientras usted lee esto, los filósofos, científicos, cocineros y carpinteros más expertos del mundo debaten si se le puede adjudicar este texto a su autor, o a otro, entrando en conflicto la posible existencia del ser del que hablábamos antes.
Es probable que aún vague por allí y allá, aquí y acá, ahí y ahá, buscando la compañía de un acompañante que lo acompañe en su soledad, y que estén solos juntos.
Ab æterno