Concepción alternativa (III)

Fragmentos recuperados de la obra mítica Niconomicón.

Empero el bú-falo era astuto, más que todos los animales del campo que Xena había hecho; el cual dijo á la mujer: ¿Conque Xena os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
Y la mujer respondió al bú-falo: Del fruto de los árboles del huerto comemos;
Mas del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Xena: No comeréis de él, ni le tocaréis, porque no muráis.
Entonces el bú-falo dijo á la mujer: No moriréis;
Mas sabe Xena que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal.
Y vió la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable á los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dió también á su mujer, la cual comió así como ella.
Y fueron abiertos los ojos de entrambas, y conocieron que estaban desnudas: entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
Y oyeron la voz de Xena que se paseaba en el huerto al aire del día: y escondieronse las mujeres de la presencia de Xena entre los árboles del huerto.
Y llamó Xena á la mujer, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
Y ella respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnuda; y escondíme.
Y díjole: ¿Quién te enseñó que estabas desnuda? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?
Y la mujer respondió: La mujer que me diste por compañera me dió del árbol, y yo comí.
Entonces Xena dijo á la otra mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: El bú-falo me engañó, y comí.
Y Xena dijo al bú-falo: Por cuanto esto hiciste, maldito serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; con el bisón te confundirán, y pasto comerás todos los días de tu vida:
Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en ojo.
A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces; sin sesár-ea parirás los hijos.
Y á la otra mujer dijo: Por cuanto obedeciste á la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo, No comerás de él; maldita será la tierra por amor de ti; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida;
Espinos y cardos te producirá, y comerás hierba del campo;
En el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas á la tierra; porque de ella fuiste tomada: pues polvo eres, y al polvo serás tornada.
Y llamó la mujer el nombre de su mujer, César; por cuanto ella era madre de todas las vivientes.
Y Xena hizo á las mujeres túnicas de pieles, y vistiólas.
Y dijo Xena: He aquí la mujer es como una de Nos sabiendo el bien y el mal: ahora, pues, porque no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre:
Y sacóla Xena del huerto de Edén, para que labrase la tierra de que fué tomada.
Echó, pues, fuera á la mujer, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía á todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.
Niconomicón, Neon Genesis, 3, 1-24
Feliz Naïvidad